La controversia comenzó con la decisión de Disney de elegir a Zegler, provocando protestas por parte de los fanáticos de la película animada de 1937, quienes argumentaron que la nueva representación de Blancanieves no se alineaba con la imagen tradicional del personaje. Zegler, al criticar la historia original por considerarla desactualizada y centrada en una narrativa romántica problemática, generó aún más descontento al afirmar que su versión de Blancanieves sería una figura de liderazgo y autosuficiencia.